La mayoría de los estudios sobre prevención de tabaquismo y alcoholismo durante los primeros años de la vida se realizan sobre los adolescentes, edad en que con mayor frecuencia se inicia el consumo. A pesar de los esfuerzos creativos y los sustanciales recursos invertidos, estos programas sólo han tenido éxito limitado, quizá porque las actitudes y expectativas que en definitiva llevan al consumo de tabaco y alcohol, en general se presentan antes de la adolescencia. La exposición temprana a través del núcleo familiar, los eventos comunitarios y sociales y los medios de comunicación tendrían influencia sobre las percepciones de los niños respecto de estas sustancias adictivas, mucho antes de iniciarse en su consumo.
Hay muchos motivos por los que los jóvenes empiezan a tomar.
A medida que los jóvenes se van acercando a la adolescencia, empiezan a experimentar varios cambios emocionales y físicos -cambios que no siempre son fáciles.1 Durante este periodo desafiante y confuso, incluso los jóvenes buenos experimentan con alcohol.
Para ayudar a prevenir el abuso del alcohol en los niños, es una buena idea comenzar a debatir su uso y el abuso con los niños a una edad temprana y continuar abiertamente la comunicación a medida que crece
Su niño puede hacer preguntas que no son fáciles de responder, pero la creación de un ambiente abierto para un diálogo honesto desde el principio crea las condiciones para una buena comunicación y más adelante no será difícil para plantear el debate.
Nadie pretende ser un padre despreocupado, pero es difícil mantenerse alerta y hablar con los hijos de temas complicados cuando se está continuamente ocupado. "El que los padres entiendan mejor los efectos fisiológicos del alcohol en el cuerpo y el hecho de que sus hijos puedan estar empezando más jóvenes, puede motivarlos a mantener esta conversación, en ocasiones incómoda", señala Shirley Malcom, directora de la Oficina de educación y Recursos Humanos de la AAAS. "Ahí es donde puede ayudar la ciencia".