La relación de los jóvenes con el alcohol
ARGENTINA Los tiempos actuales nos muestran una nueva forma de relación de los jóvenes con el alcohol. La revisión de las conductas de antaño nos hace recordar que, generalmente, eran los varones adolescentes quienes solían pasarse de copas en alguna fiesta o bien en algún sitio bailable. Y eran los amigos sobrios quienes escoltaban a nuestro ocasional borrachín de regreso a casa, pese a que algunos habían llegado a la siempre desagradable descompostura estomacal. La escena se parecía a un rito de iniciación para una determinada edad y siempre entre varones. Ocasionalmente, el exceso tenía que ver con cierto modo de descontrolado festejo o de manifestación de tristeza frente a una situación especial, tantas veces cantada por el tango. La actualidad nos desafía con una nueva estética, jóvenes de distintas edades y distintos sexos toman alcohol en público y se muestran ebrios sin ningún pudor. Los efectos de la noche aumentaron considerablemente los ingresos en guardias hospitalarias y centros de atención primaria. La Previa A partir de este descontrol etílico, los adultos nos enteramos de otro rito: "la previa". En esta ceremonia los jóvenes mostraban mayor pudor ante su propia conducta, era íntima; pero lamentablemente los efectos de la inconciencia que llevó a algunos participantes a intoxicaciones con daños cerebrales o muertes, trascendieron los "códigos de silencio" para sumar estadísticas en los servicios de salud. Como profesionales de la salud, nos impacta la falta de valoración de la vida, la necesidad de evadirse de sí mismos o de una realidad que suponen agobiante, o de su propia soledad. La irracionalidad que les adjudicamos a los jóvenes es un reflejo o proyección del accionar de aquellos adultos que no hemos podido descentrarnos de nuestros intereses y necesidades inmediatas y no damos espacio para alojar a aquellos que son nada más y nada menos que nuestros hijos. La irracionalidad en las redes de amor dejan sin filiación familiar y social a los jóvenes y su respuesta es el desinterés por los cuidados de su persona. ¿Pero de dónde parte ese desapego por la vida? Se hace impostergable revisar los factores sociales y contextuales para poder acercarnos a una interpretación de la realidad. Los primeros análisis nos muestran una sociedad fragmentada, que expone a grandes segmentos a la exclusión, ya que no tienen acceso digno al trabajo, a la vivienda, a la salud y a la educación. Estos sectores no sólo son económicamente vulnerables sino también afectivamente. Nadie puede dar lo que no recibió y cada vez más se observa el desmembramiento de redes afectivas. Ya no pensamos en la constitución de familia sino en núcleos de seres que se rodeen con afecto en forma permanente. Los proyectos a largo plazo son efímeros y no se vislumbran grandes ideas o intereses donde consolidar un proyecto personal o familiar. Esta falta de andamios sociales se agudiza en los sectores con carencias económicas o de mayor pérdida de ingreso, como sucede con los asalariados de calificación media, que no parecen tener la posibilidad del crecimiento laboral que en otras épocas garantizaba el estudio o el ahorro. Los factores contextuales son más particulares, siendo el fenómeno de aislamiento que se produce en las grandes urbes un agravante para la producción o en la producción de conductas disruptivas, que son conductas que muestran la agresividad de las personas y señalan la trasgresión a las normas. ¿Y qué hacer? No hay respuestas universales, no hay respuestas únicas, sólo podemos pensar según las características de cada sector o cada contexto. Pero en principio, las instituciones sociales deberían generar espacios para compartir tiempos, miedos vivencias y generar lazos de sostén y de reconocimiento mutuos. Estos espacios deberían proponer encuentros de juegos entre padres e hijos, en distintas edades; talleres de lectura para niños coordinados por padres o abuelos; talleres de producción musical, de expresión artística - teatro, radio, plástica, literatura -. La finalidad de esos espacios debería centrarse en compartir actividades creativas, hablar sobre lo vivenciado en las mismas y promocionar la contención entre personas que tienen intereses similares. El objetivo de la propuesta es acompañar la crianza de los niños y orientar la educación de los adolescentes y tiene como destinatarios a aquellos padres que no han tenido la oportunidad de tener lazos afectivos seguros donde apoyarse. Es un imperativo romper con los modelos trasmitidos en la televisión donde se presentan burlas, peleas, discriminación, frivolidad. Debemos apostar a modos esenciales de vínculo que son constitutivos para el ser humano. No importa que estemos en el siglo XXI, los seres humanos necesitamos afectos para SER y para ESTAR. Si la sociedad enfatiza el TENER, hay muchos que dejan de ESTAR. FUENTE: Mabel Del Giúdice/Argentina, Buenos Aires http://celiamabelcampanelli.files.wordpress.com/2011/05/los-jc3b3venes-y-el-alcohol.pdf
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